La Biblioteca de Bidebarrieta reunió a Toti Martínez de
Lezea (Gasteiz) y Dolores Redondo (Donostia) en un nuevo encuentro de Diálogos
con la Literatura junto a la periodista Idoia Jáuregui.
Cada mes se ofrece al público un marco de diálogo con
escritores y escritoras sobre temáticas relacionadas con la literatura. La
sesión giró en torno a ‘La mitología en la literatura vasca’.
Como decía en su presentación, Toti Martínez de Lezea
nació en Vitoria-Gasteiz hace ya un montón de años y fue una niña muy movida,
¡y muy charlatana! Lo cual, aseguraba, sigue siendo. No muy brillante en sus estudios,
pero sí nadadora de competición, que no se le daba nada mal. Está casada desde
hace 41 años con Alberto y tienen dos hijos, un yerno y una nieta. Ah, y su
madre tiene noventa, muy buena salud y la cabeza en su sitio.
Es una
lectora compulsiva. La lectura del Diccionario Mitológico de don José Miguel de
Barandiaran le llevó tiempo después a reescribir las leyendas vascas que más le
gustaban, Leyendas de
Euskal Herria / Euskal Herriko Leiendak. Y las obras de Alejandro
Dumas y Víctor Hugo le adentraron en la novela de género histórico.
Estudió en Francia,
Inglaterra y Alemania, donde sacó los títulos que luego le permitieron trabajar
como traductora técnica durante un buen número de años.
Con su
marido creó el grupo de teatro de calle Kukubiltxo. Después empezó a trabajar
en la ETB, con un pequeño programa de 10′. Cinco años después, dirigía un programa
de hora y media. Hasta que le echaron.
Volvió a las
traducciones y fue cuando hizo una apuesta con un amigo a que era capaz de
escribir una novela. Escribió La Abadesa, y ganó la
apuesta. Pero la guardó, e inició un nuevo trabajo, La calle de
la Judería, que envió a varias editoriales, y se la devolvieron. Así
que se puso a escribir otra novela, ya que le resultaba un placer inmenso.
En el ínterin,
la editorial Ttarttalo aceptó publicar La calle de la
Judería. A partir de ahí fueron viendo la luz Las torres de
Sancho, La Herbolera,
Señor de la
guerra, Los hijos de
Ogaiz y La Brecha,
¡y dejó las traducciones!
Por eso de probar
algo nuevo, aceptó la propuesta de la editorial Maeva
para publicar en su sello. Con Maeva han salido La Abadesa, La voz de Lug,
La Comunera,
El Verdugo de
Dios, El jardín de
la Oca, y La Universal,
además de dos chuflas que disfrutó escribiendo: Los grafitis
de mamá y Placeres
Reales.
También
aceptó escribir un libro con Ángeles de
Irisarri, Perlas para
un collar, una serie de narraciones cortas sobre mujeres cristianas,
judías y moras en los reinos medievales de la Península, que editó la
editorial Suma de las letras.
La editorial
Erein le propuso reeditar el libro de las leyendas,
y aceptó. De paso, también ha publicado La cadena
rota, La flor de la
argoma, Veneno para
la corona y la serie de historias para niños de entre 7 y 12 años, NUR. Y Brujas,
un ensayo sobre la brujería en general y vasca en particular, ilustrado
maravillosamente por Juan Luis
Landa, quien también es el ilustrador de los cuentos de NUR y de las leyendas
El último
trabajo, Mareas / Urak
dakarrena, ha salido con la editorial Ttarttalo. Se trata de 35 historias, de 35
mujeres, en 35 pueblos de la costa vasca a lo largo de veinte siglos.
Además de escribir, da charlas y suele colaborar con los
medios de comunicación cuando se lo solicitan.
Dolores Redondo (Donostia-San Sebastián, 1969) estudió
Derecho y Restauración gastronómica, y durante algunos años se dedicó a
distintos negocios y como cocinera profesional. Comenzó escribiendo relatos
cortos y cuentos infantiles, y la novela Los privilegios del ángel. Vive
en la ribera navarra, en Cintruénigo, donde ya está escribiendo su próxima obra
con la inspectora Amaia Salazar como protagonista y que es la segunda entrega
de su trilogía del Baztán.
En la primera obra El guardián invisible, ubicada en los márgenes del río Baztán, en el valle
de Navarra, aparece el cuerpo desnudo de una adolescente en una circunstancia
que lo relacionan con un asesinato ocurrido en los alrededores un mes atrás.
La inspectora de la sección de homicidios
de la policía foral, Amaia Salazar, será la encargada de dirigir una investigación
que la llevará de vuelta a Elizondo, una pequeña población de la que es originaria
y de donde ha tratado de huir toda su vida. Enfrentada con las cada vez más
complicadas derivaciones del caso y con sus propios fantasmas familiares, la
investigación de Amaia es una carrera contrarreloj para dar con un asesino que
puede mostrar el rostro más aterrador de una realidad brutal al tiempo que
convocar a los seres más inquietantes de las leyendas del Norte...
El guardián invisible es ya un fenómeno editorial,
puesto que se ha publicado en más de quince lenguas y la venta de los derechos
cinematográficos al mismo productor que apostó por la trilogía Millennium,
de Stieg Larsson.
Los dos siguientes títulos de la trilogía serán Legado
en los huesos y Ofrenda a la tormenta.