Cuando regresa a Inglaterra en 1856 y, un año después, publica estos viajes, la obra se convierte de inmediato en un gran éxito, que le abre las puertas a más expediciones y que conciencia a la sociedad de su época acerca de las posibilidades del continente africano. Inmediatamente se traduce a distintas lenguas, entre ellas, al español. La traducción de Atilano Calvo Iturburu y de José Plácido Sansón Grandy es de 1858.
Preciso es imaginar las dificultades ante las que se encontrarían estos dos traductores, ya que la mayoría de las cosas de las que habla Livingstone eran totalmente desconocidas en la España de mediados del siglo xix. Por eso tiene aún más mérito la elevada calidad de su trabajo y por eso nos ha parecido que merecía ser rescatado.
Según los editores, cuando comenzamos a trabajar con ella, nos dimos cuenta de que faltaba una enorme cantidad de texto, ya que casi todo lo relacionado con determinadas plantas, animales y descripciones geológicas no se había traducido. Además, una buena parte de las reflexiones religiosas del autor, que era protestante, habían sido adaptadas a la manera de pensar de la España de 1858. Por supuesto, decidimos completar la traducción y reflejar, fielmente, lo escrito en su día por David Livingstone. Eso facilitó que por primera vez se pudiera leer el texto íntegro en español. A pesar de las reediciones, el libro se había manteniendo agotado hasta ahora, que se pone por cuarta vez a disposición de los lectores en una espléndida edición en tapa dura, la cual sin duda va a enriquecer las bibliotecas de africanistas y de lectores amantes del continente negro.
- Encuadernación Tapa dura
- Número de páginas 792
- Prólogo Javier Reverte
- Traducción Susana Carral Martínez
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