Para
terminar el estudio de Blas de Otero durante este curso decidimos realizar la
segunda parte del recorrido literario por Orozco. Este pueblo a los pies del
Gorbea es el lugar en el que Blas pasaba los veranos y donde su familia materna
tenía la casa-palacio Ugarte. El jueves pasado CEPA Erandio se desplazó hasta
allí, acompañados magníficamente por Ibón Arbaiza, miembro de la Fundación Blas de Otero, para seguir la estela por algunos de los
lugares que tienen una mención especial en la vida del gran poeta bilbaíno.
Bilbao es la cuna de su familia paterna, allí
nació un 15 de marzo de 1916, pasó su infancia e hizo sus primeros estudios. En
sus 63 años de vida residió en ciudades como Madrid o París, visitó países
socialistas como la Unión Soviética y China e incluso vivió tres años en Cuba.
Todos estos lugares están reflejados en la obra poética oteriana, pero
siempre que estaba fuera se acordaba de Bilbao, de Artxanda, del Golfo de Vizcaya y también
de de los rincones, paisajes y recuerdos de Orozco. Situado en la zona rural, a
unos 20 kilómetros del Bilbao, es el idílico paisaje de la familia materna,
remanso de paz, al amparo de la abuela doña Pepita Sagarmínaga, en cuyo recuerdo
se recreará Blas de Otero a lo largo de su vida.
Así describía Blas el paisaje de Orozco: "el lánguido
valle de mi adolescencia donde la luna derrama una luz compasiva sobre la
muerte soñada de mis antepasados"
Bajo un extraordinario día
soleado, comenzamos la ruta en la plaza del Ayuntamiento, que en los días de
fiesta se convierte en plaza de toros, a los que era muy aficionado Blas. Aquí
toreó Manuel Granero porque el padre del Blas, además de industrial, era su
apoderado.
De aquí nos dirigimos al
frontón donde disfrutaba de su afición por la pelota a mano, según sus versos: “tendí, diariamente, los músculos de
muchacho”. Nos podemos imaginar al poeta siendo un niño en un partido de
pelota. Ibón nos muestra una fotografía suya jugando a la pelota vestido con corbata negra y camisa blanca en señal de luto por la muerte de su padre y también entregando un trofeo
a los ganadores de un campeonato.
Desde allí fuimos al punto más emblemático del
recorrido: la casa-palacio Ugarte, residencia de sus abuelos maternos José
Ramón Lambarri y Josefa Sagarmínaga Isasi.
Entramos en el jardín laberíntico rodeado de
arbustos bien moldeados y de árboles frutales. El huerto de la abuela que
recuerda con "cerezas coloradas,
manzanas reinetas, príncipes peras y brevas violeta, con una gran gota de
almíbar temblando sobre la yerba", la galería sobre el jardín, la
librería, que conserva una foto del poeta disfrazado de Charlot, la biblioteca
del abuelo médico y el dormitorio del poeta son las estancias que hemos
visitado.
Allí Blas de Otero
disfrutaba de la lectura mientras miraba hacia la cima de Santa Marina desde la
galería "ladeándose violeta, la
falda de la montaña infantil, de ramas tiernas, helechos, espliegos, yerbas
aromáticas, y una gran nube blanca coronándole la cabeza".
Además de la ruta por los recuerdos de Blas de
Otero, Orozko destaca por su Museo etnográfico, la gastronomía (comimos fenomenal
en el restaurante Arrugaeta) y su pan. Pablo Azkoaga elabora unos de los
mejores panes de la zona en horno de leña sin levadura artificial en el caserío Presatxu.
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