miércoles, 28 de noviembre de 2012

Tras los pasos de la infancia y juventud bilbaína de Don Miguel (1)


La importancia de la infancia en la vida del escritor, en la configuración de su personalidad, con sus experiencias y logros conseguidos, van a marcar su vida. En el soneto Niñez (1902) nos transmite lo que sentía:
Siempre que voy en ti a buscarme, nido
de mi niñez, Bilbao, rincón querido
en que ensayé con ansia el primer vuelo,
súbeme de alma en flor mi edad primera
cantándome recuerdos, agorera,
preñados de esperanza y de consuelo.
La primera etapa es fundamental para el desarrollo futuro del pensamiento del filósofo bilbaíno más universal, así como sus primeros contactos con el saber y las inquietudes políticas y religiosas.
Su experiencia en colegio San Nicolás y, posteriormente, en el Instituto Vizcaino hasta los dieciséis años le va a facilitar vislumbrar el mundo del saber, el ansia por esclarecer los problemas.
El filósofo, profesor y escritor pasó la primera mitad de su vida en Bilbao, pero nunca olvidó las calles, los paisajes, los personajes de esa etapa crucial en su vida, en la parte final del siglo XIX.
Unamuno publica en el año 1900 (tenía 36 años) un libro sobre su niñez en el Casco Viejo, cuando comenzaba a diseñarse El Ensanche, al otro lado de la ría. Así lo recuerda: “Pero poco me importa que se transforme y cambie la Villa del Nervión, si en el relicario de mis  memorias infantiles permanece incólume mi Bilbao, mi bochito, el mío, ¡el mundo de mi infancia y de mi juventud!”.
El Casco Viejo de Bilbao conserva entre sus calles el recuerdo de los paseos del niño y joven Miguel de Unamuno. Con una preciosa mañana otoñal, CEPA Erandio realizó un recorrido por los lugares por donde vivió y paseó Don Miguel.
Comenzamos nuestro itinerario en la plaza que lleva su nombre para ver la escultura de su cabeza sobre la columna, que realizó el escultor Victoriano Macho.
Junto a ella todos los 29 de septiembre, en Bilbao, se conmemora el día de Miguel Unamuno. Este pensador, filósofo, novelista y poeta fue una de las referencias intelectuales de su época y, todavía hoy, sigue siendo uno de los pensadores más citados y con mayor influencia. Dotado de una personalidad contradictoria hizo de la constante duda el motor de su vida y de su obra.
Aquí estaba entonces el Instituto Vizcaino donde cursó el Bachillerato.
A continuación nos dirigimos hacia la cercana calle Ronda en la que nació el 29 de septiembre de 1864, donde aún hoy se conserva la casa con una placa conmemorativa. Fue el tercero de los seis hijos que tuvieron Félix de Unamuno y Salomé Jugo.
Siendo aún muy niño tuvo que vivir dos experiencias que marcarían su carácter y que reflejaría por escrito en sus primeras obras: la muerte de su padre, y el sitio de Bilbao con el estallido de la tercera guerra carlista. Ambas experiencias de niñez y juventud y otras muchas más están presentes en sus obras Recuerdos de niñez y de mocedad y en Paz en la guerra.
Su familia, por parte de madre, viene de Zeberio -en el barrio Areilza de esa localidad vizcaina se encuentra la Unamuno Etxea- y la familia, por parte de su padre, viene de Bergara.
Al año de edad pasan a la calle de La Cruz. Miguel de Unamuno lo contaba así: “Nací en lo más lúgubre y sombrío del sombrío Bilbao: en la calle de la Ronda (…), en aquella calle amasada en humedad y sombras, donde la luz no entra, sino derritiéndose. Mamoncillo aún, lleváronme a la calle de la Cruz, donde he vivido unos veintiséis años, allí cerca del Portal de Zamudio, uno de los hogares de la villa, su Puerta del Sol en algún tiempo, frente a Artecalle y la Tendería, que, como dos túneles, se me abrían a los ojos de continuo”.
Vivieron en el 2º piso del nº 7 de la citada calle. En el bajo estaba la confitería “La Vergaresa” que regentaba la abuela de Miguel de Unamuno y su tío Félix Aranzadi Unamuno y en la bodega de la casa se refugiaban de las bombas del asedio carlista. Desde el mirador veía Unamuno las calzadas de Mallona –por donde subí al cementerio a visitar la tumba de su padre y a jugar en las campas con sus amigos-, así como el Portal de Zamudio, Artecalle y la imponente iglesia de los Santos Juanes. Frente a la religión siempre mostraba sus dudas, pero participaba escribiendo textos para la revista de la iglesia “Ecos Religiosos” y de adolescente, junto con sus amigos de la Congregación de San Luis Gonzaga, los domingos asistía a misa en la iglesia de la Plaza de la Encarnación.
En la buhardilla de la casa tenía un estudio el pintor Antonio Lecuona. Allí recibe clases de dibujo y pintura, afición que practicará durante toda su vida. Hace poco la Biblioteca Foral ha acogido una exposición que recopilaba más de medio centenar de ilustraciones realizadas por Unamuno. Dibujó aquello que le era más cercano, su familia y él mismo, además de los rostros de sus hijos y su esposa, el mundo animal o la arquitectura que le rodeaba.
Desde aquí y siguiendo los pasos del niño Miguel nos dirigimos hacia la calle Matadero o Banco España que recuerda así en su libro: “Tengo por un misterio augusto el del influjo que en mi concepción de la vida haya podido ejercer aquella visión frecuente del matadero, con su suelo de losas, sobre el que corrían agua y sangre, y aquellas mujeres que parecían bailar baile silencioso y hierático, mientras ayudándose de una cuerda, desangraban a golpes de pies las reses muertas”.
En 1885 se inauguró el nuevo edificio destinado a sede de la Sucursal del Banco de España en Bilbao. Los vecinos de la calle solicitaron que se cambiara el nombre "Calle del Matadero" que era el que tenía (en esta calle se construyó en 1653 el matadero, en las proximidades del Portal de Zamudio) por la de "Banco de España", a lo que el Ayuntamiento accedió.
Otro de los lugares importantes durante su niñez fue la Catedral de Santiago, donde al anochecer acudía junto con sus compañeros a meditar “al arrullo del armonio”. Allí conoce a Concha con la que se casará años después. Leemos con recogimiento, en el interior del templo, el poema En la basílica del Señor Santiago, de Bilbao, el martes de Semana Santa en el que Unamuno nos transmite sus experiencias con la espiritualidad: “Entré llevando lacerado el pecho, convertido en un lago de tormenta, entré como quien anda y  no camina, como un sonámbulo; entré fuera de mí y de tus rincones, brotó mi alma de entonces y a cantarme tus piedras se pusieron mis recuerdos de anhelos íntimos”.
Seguidamente seguimos nuestro paseo hasta la calle Correo, porque en el número 6 estaba el Colegio San Nicolás, donde estudió durante los primeros años de infancia, de sus queridos maestros don Higinio y don Sandalio. Fue éste quien le escribió una carta a Unamuno cuando le nombraron Rector en Salamanca y Unamuno fue al primero al que contestó con una larga carta.

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