El Cuartito del Arriaga ha ofrecido esta tarde un recital poético en torno a la poesía del poeta bilbaino Juan Larrea, a la que ha acudido CEPA Erandio. Cada mes se presenta al público la oportunidad de disfrutar de una manera distinta de la programación cultural del Teatro Arriaga.
Una velada con Larrea ha sido una conferencia-recital, interpretada magníficamente por Mathilde Rambourg, Juanjo Otero y Daniel Sarasola, sobre la apasionante vida y la obra poética de uno de los escritores bilbaínos más olvidados de la Generación del 27.
Juan Larrrea Celayeta nació el 13 de marzo de 1895 en Bilbao, en el seno de una familia acomodada.
Estudió en las Escuelas Pías de Bilbao y en el Colegio de los Sagrados
Corazones de Miranda de Ebro. Estudió Filosofía y Letras en la Universidad de
Deusto. En 1921 se trasladó a Madrid y trabajó en el Archivo Histórico
Nacional. En 1924 y 25 viajó a París para instalarse definitivamente en 1926.
Larrea había conocido ya a Huidobro y Gerardo Diego, pero fue en París, y entró
contacto con el poeta César Vallejo, con el que fundó la revista Favorables
París Poema. En París se familiarizó con la vanguardia y abandonó el español
para escribir en francés. En 1929 se casó con Marguerite Aubry. En 1932
abandonó la escritura poética. Sus poemas escritos en francés fueron traducidos
por su amigo Gerardo Diego. Su obra poética, vinculada al ultraísmo, el creacionismo
y el surrealismo, apareció compilada posteriormente en 1969 con el título de
Versión Celeste.
Larrea permaneció en
París hasta el estallido de la Guerra Civil Española, periodo en el que decidió
exiliarse a México. En este periodo abandonó la creación poética y se dedicó al
ensayo, allí dirigió España Peregrina y fundó la Junta Cultural Española. Junto
a León Felipe, participó en Cuadernos Americanos.
En la década de los
cuarenta residió un tiempo en Nueva York, donde permaneció hasta 1956, en que
partió hacia Argentina, como profesor universitario en la ciudad de Córdoba, en
la que falleció el 9 de julio de 1980.
Fue amigo de las
vanguardias y se adscribió al Ultraísmo, pero toda su obra literaria y su
propia vida respondieron de un modo lúcido y valiente a la lucha ante un
entorno vital y social decadente y la creación de un mundo nuevo en el que el
espíritu fuera guía. El exilio, y los cambios frecuentes de residencia, propios
de su espíritu inquieto, no han ayudado a valorar en España la obra de uno de
los miembros fundamentales de las vanguardias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario