lunes, 19 de noviembre de 2018

Exposición fotográfica WomenBi



 Exposición fotográfica “Womenbi” en el Museo Marítimo Ría de Bilbao. Con el lema 'Igual talento, igual reconocimiento' la exposición tiene el objetivo de visibilizar, reconocer el talento y dar voz a las mujeres profesionales, desde una perspectiva positiva y realista. 
"La igualdad es una carrera de fondo y aunque aún queda mucho camino por recorrer, también es una realidad que las mujeres han avanzado en todos los sectores y lo siguen haciendo de forma imparable, con fuerza y talento”,  indican los organizadores de la iniciativa.
La muestra es una estrecha colaboración entre el fotógrafo Enrique Moreno Esquibel y la periodista Marta Fernández. El proyecto consta de una exposición fotográfica de 20 perfiles de mujeres de diferentes profesiones de nuestro entorno.
La exposición se puede visitar en el Museo Marítimo Ría de Bilbao hasta el próximo 31 de enero. Entrada gratuita. Después tendrá carácter itinerante por otras salas de Bilbao y localidades de Bizkaia.

sábado, 17 de noviembre de 2018

Recorrido literario Blas de Otero

El Correo, en la sección Planes, publica un recorrido para descubrir los lugares esenciales en la trayectoria vital y artística del literato bilbaíno, que amó y detestó su ciudad con idéntica vehemencia

  
Siempre quiso ser poeta pero el destino le obligó a convertirse en abogado. Hay veces que el hado decide en contra de uno mismo. A Blas de Otero le impuso un camino de vida material que le inclinaba hacia la muerte intelectual. Cuando en plena adolescencia fallecían su hermano y un padre amargado por la ruina, el futuro escritor debió hacerse cargo de la familia. «Iba a estudiar Letras, pero un hermano que murió a los 16 años había iniciado ya Derecho y mi familia me animó a ocupar su lugar», escribía. Antes todo había sido distinto. Cuando el 15 de marzo de 1916 amaneció al mundo en Bilbao, se libraba una I Guerra Mundial que empobreció a muchos y enriqueció a la alta burguesía de una España neutral. Entre esos ricos estaba su progenitor, Armando de Otero, a quien por entonces le iban bien los negocios del metal.
Un recorrido por su ciudad natal acerca la figura de este gran autor. Puede realizarse guiado, para grupos, o por libre, siguiendo los consejos de este reportaje. En ambos casos, arranca en la calle San Agustín 1, detrás del Ayuntamiento, donde tenían su casa los abuelos paternos, el capitán de la Marina Mercante Blas de Otero y Melitona Murueta. Por entonces, la infancia de aquel niño era acomodada, aunque poco duraría.

La posguerra y la depresión económica acabaron con la holgura cuando Blas tenía solo diez años. Como buen bilbaíno, adoraba el Nervión, junto al que paseaba con regularidad. Por eso el siguiente punto al que dirigirse es la ría de la que escribió: «Recuerdo/ (…) sus muelles/ grávidos de mercancías y de barcos,/ sus ocres ondas, las gaviotas grises,/ los altos hornos negros, encarnados,/ donde el hombre maldice...». A partir de ahí, los pasos han de dirigirse hacia las Siete Calles, a la Plaza Nueva, Barrencalle Barrena y los soportales junto a la corriente acuosa.

La libertad en Madrid

El poeta mantuvo una controvertida relación de amor-odio con su ciudad, a la que dirigió duras palabras: «Te padecí hasta el ahogo/ Bilbao: tu cielo, tus casas/ negras. Y tu hipocresía». Marchó a Madrid tras romper las cadenas de la abogacía y decidirse a estudiar Filosofía y Letras, pero debió regresar al caer enferma su hermana. Junto al teatro Arriaga, frente al local que ocupó el literario café Boulevard, es preciso recordar nuevos versos: «(…) ah este Bilbao puñetero que si no fuese porque llueve/ nos ahogaríamos todos de aburrimiento (…)». Prefería la capital española, a donde se había trasladado su familia en 1927. Donde descubrió la libertad de las calles, las lecciones de toreo. Hasta que a los quince años la muerte del progenitor le obligó a regresar. 
En el número 5 de Hurtado de Amezaga, frente a la estación, tenía su abuelo materno una consulta médica. En la misma calle pero en el cuarto piso del 29 –entonces 30–, aguarda la casa natal con una placa. No acaban ahí las paradas de esta avenida. En el 52 su padre construyó una casa donde Blas residiría hasta los diez años. Enfrente, toma relevancia La Quinta Parroquia. Allí hizo su primera comunión. «(…) de blanco y azul, pero tan angustiada, tan atosigante de bandas sobre el traje marinero, velas, velos y azucenas, que maldita la falta que hacían». Bilbao era por entonces una ciudad tradicional, «Ciudad llena de iglesias/ y casas públicas, donde el hombre es harto/ y el hambre se reparte a manos llenas./ Bendecida ciudad llena de manchas/ plagada de adulterios e indulgencias:/ ciudad donde las almas son de barro/ y el barro embarra todas las estrellas».

 

También en Hurtado de Amezaga, frente al número 36, espera el que fuera domicilio familiar entre 1934 y 1945. Se instalaron a su regreso de la capital española, tras quedar en ruina. En el antiguo hogar hoy derribado estudiaba Derecho sin ganas y con la premura de la necesidad económica. «Mi cocina en Hurtado de Amézaga 36 contribuyó a la evolución de mi ideología. (Hoy recuerdo aquella cocina como un santuario, algo así como Fátima con carbonilla)».

«Te amo desoladamente»

Con los años Blas destacará en la poesía. Vivirá en París donde conoce a exiliados españoles comunistas de quienes asume la interpretación marxista de la historia. Desea una sociedad basada en la justicia y la dignidad para todos. Encuentra así la justificación moral para su oficio de poeta. Quiere hablar aunque se lo impiden. Censuran sus poemas. Hieren el fruto de su pluma. La siguiente parada recala en Alameda Rekalde 70, casa de la madre, Concepción Muñoz, donde habita la familia desde 1946.
Allí dio clases a alumnos de Derecho. Allí regresaba tras largos viajes emprendidos desde 1956 hasta que en 1964 se traslada a Cuba, donde inicia un matrimonio frustrado. Vuelve para instalarse definitivamente en Madrid, en 1968. Y en esa ciudad el caprichoso destino provoca un encuentro con una novia bilbaína de juventud, Sabina de la Cruz, su futura esposa.
En la calle Egaña finaliza el paseo. Un busto del poeta recuerda su presencia. Así permanece en esta ciudad a la que finalmente rindió pleitesía. «De joven te ataqué violentamente. (…) Te amo desoladamente desde Madrid, porque sólo tú sostienes mi mirada, das sentido a mi vida». Una vida que finalizaba el 29 de junio de 1979 tras dejar versos inolvidables.


Baños y frontón en Orozko
Una segunda ruta dedicada al autor acerca hasta Orozko. Allí se desenvolvió la familia materna, al amparo de la abuela Josefa Sagarmínaga. Las faldas del Gorbea eran para Blas el «valle de mi adolescencia», la querencia al campo, a la memoria de los antepasados y los primeros pasos en el amor. Comienza en el puente y la plaza del Ayuntamiento, por donde deambulaba «los días de sol y fiesta». Para derivar a la ermita de Santa Marina y al panteón familiar, en el cementerio de San Juan. En el frontón tendió «diariamente los músculos de muchacho». El río fue lugar de juegos, «donde me bañé de niño, piedras rodadas, guijos como anillos, chopos tintineantes, líricos atardeceres amarillos».
Pero el enclave más importante es, sin duda, la casa-palacio Ugarte –o de Cantarrana–, hogar de sus abuelos José Ramón y Josefa, doña Pepita. Con el huerto repleto de «cerezas coloradas, manzanas reinetas, príncipes peras y breves violetas, con una gran gota de almíbar temblando sobre la hierba». La galería encima del jardín. La biblioteca del abuelo médico y el dormitorio de Blas, donde pasaba horas mirando la cima de Santa Marina, «la falda de la montaña infantil, de ramas tiernas, helechos, espliegos, hierbas aromáticas, y una gran nube blanca coronándole la cabeza».

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jueves, 8 de noviembre de 2018

Puente de la Merced


Bilbao y su puente de la buena suerte
Cuenta una antigua leyenda que circulaba durante la Edad Media en la Villa de Bilbao, por el año 1400, que por aquella época existían unos seres alados que vivían en las zonas boscosas del actual barrio de San Francisco y que de vez en cuando hacían incursiones entre las orillas del antiguo poblado de Bilbao La Vieja, los arenales y las calles de la nueva Villa de Bilbao, que se había fundado en 1300, en las tierras donde estos seres vivían desde hacía mucho tiempo.
Según decían las gentes de Bilbao, estos seres, “que no se sabía si eran machos o hembras, siempre estaban en pareja y se acercaban a quienes estaban solos o desamparados. Y cuando les rozaban con su pecho, o su lomo, o cualquier otra de las partes de su cuerpo, transformaban el ánimo de las personas, que en un momento pasaban a sentirse más afortunadas y queridas, y así encontraban amor y suerte en la vida. Y no tardaban en tener gran alegría de vivir, y encontraban pareja, y los que ya la tenían, la conservaban hasta el fin de sus días”.
Muchos siglos después, el ingeniero que diseñó el Puente de La Merced, recuperó a los seres alados de la leyenda y puso ocho farolas de fundición, con dieciséis seres alados, dispuestos en parejas, a los dos lados del puente, que nos miran cuando pasamos...
La leyenda dice que si tocas su pecho o su lomo con una caricia, te beneficiarás de su protección en el amor y la buena suerte. Fuente: bilbaohistoriko.org


martes, 6 de noviembre de 2018

Ángela Figuera


En esta casa, en el número 13 de la calle Juan Ajuriaguerra, nació la poeta bilbaina Ángela Figuera el 30 de octubre de 1902. Alumna del Sagrado Corazón, colegio que estaba en la Gran Vía, completó el bachillerato en el Instituto de Bilbao (1924). Siguió estudios de Filosofía desde 1925, matriculándose de forma libre en la Universidad de Valladolid.
Junto con Blas de Otero y Gabriel Celaya, formó parte del importante Triunvirato Vasco de la poesía de post-guerra.
«Mujer de barro»  editado en 1948 fue su primer libro, al que siguieron luego muchas publicaciones de renombre como
«Belleza cruel» y «Toco la tierra».
Falleció en 1984.



Nueva Zelanda. Isla Sur (11)

Antes de ir al aeropuerto de Christchurch, donde finalizamos este fantástico viaje por Nueva Zelanda, nos dirigimos a Akaroa. El puerto de A...