Bilbao conserva entre sus calles el recuerdo de poetas y novelistas que hacen más agradable la vida a sus ciudadanos. Esta mañana bilbaina, lluviosa y gris, CEPA Erandio ha realizado un recorrido por los lugares que tienen una mención especial a algunos escritores.
En esta ocasión hemos visitado calles y locales que sirven para evocar las vidas de Blas de Otero, Ramón de Basterra, Gabriel Aresti, Antonio Trueba, Balendin Enbeita, Miguel de Unamuno y Mario Vargas Llosa.
Nuestro itinerario comienza en la calle Egaña con la visita al busto de Blas de Otero (Bilbao 1916, Madrid 1979). Representante de llamada poesía social, su producción artística está llena de sentimiento y estética. El autor de Pido la palabra es uno de los grandes representantes de la poesía española del sigo XX.
A continuación nos dirigimos hacia el Parque para ver el busto de Ramón de Basterra (Bilbao 1888, Madrid 1928). Poeta, diplomático y escritor, es conocido por su trabajo en prosa La obra de Trajano y Los navíos de la Ilustración, sobre la Real compañía guipuzcoana de Caracas. Escribió en la prensa local vasca (Euzkadi, El Nervión, El Pueblo Vasco y El Liberal), además de algunos artículos y poemas en la revista Hermes. En verso escribió La sencillez de los seres donde evoca su paisaje natal.
Frente al Sheraton nos hallamos con un recuerdo al poeta Gabriel Aresti (Bilbao 1933-1975). Sus obras más importantes son las que componen la serie "Harria" ("Piedra"): Harri eta herri (Piedra y pueblo, 1964), Euskal harria (Piedra vasca, 1968) y Harrizko herri hau (Este pueblo de piedra, 1971), vinculadas a la corriente del realismo social. Como miembro de la Real Academia de la Lengua Vasca-Euskaltzaindia defendió activamente la creación de un idioma común unificado, el euskera batua.
En Jardines de Albia nos encontramos a un escritor que tiene una relación cercana con Erandio porque allí hay una calle con su nombre. Antonio Trueba, escritor vizcaino (Montellano , aldea del concejo de Galdames, Vizcaya, 1819-1889).
La producción de Trueba es amplia y abarca desde la lírica Libro de Cantares (1852), hasta la novela histórica Paloma y halcones (1865) y la novela costumbrista (El gabán y la chaqueta (1872), pero destacó sobre todo en la narrativa corta cuando refleja la vida rural de Castilla y País Vasco de la época, escenarios habituales de sus historias.
El Café Iruña, situado enfrente, fue inaugurado el 7 de julio de 1903. Entre sus azulejos, sus techos policromados, sus pinturas murales y la decoración mudéjar se han escrito muchos versos.
Desde aquí salimos hacia el Arenal porque en ese lugar está situada la figura de Balendin Enbeita, bertsolari y poeta, que con sólo 23 años de edad fue designado campeón de la provincia de Vizcaya. En 1959, creó una verdadera escuela de bertsolarismo de la cual salieron personajes tan grandes como Lopategi, Sargui y sus propios hijos Abel y Jon.
Seguimos hacia el Casco Viejo para ver la cabeza de Unamuno en su plaza. Miguel de Unamuno nació en la cercana calle Ronda. En 1891 se casa con Concha Lizárraga, de la que estaba enamorado desde niño. Pasa los meses invernales dedicado a la preparación de unas oposiciones para una cátedra de Griego en la universidad de Salamanca, la cual obtiene. En 1901 es nombrado rector de la misma. Lleva una intensa vida política desde sus simpatías por la ideología socialista hasta la justificación del levantamiento de Franco contra el poder establecido. De aquellos momentos queda su enfrentamiento con el general Millán Astray, donde le dijo: “Venceréis, pero no convenceréis”.
Entre sus obras podemos destacar en ensayo y prosa narrativa, En torno al casticismo, Paz en la guerra,Vida de Don Quijote y Sancho, Del Sentimiento Trágico de la Vida, Niebla, Abel Sánchez, La Agonía del Cristianismo, La tía Tula, San Manuel Bueno, mártir. En poesía, además de muchas sueltas, sobresalen Los Salmos y El Cristo de Velázquez. En teatro: Raquel encadenada, Medea y El hermano Juan.
Para finalizar nuestro recorrido nos dirigimos hacia la plaza Fleming en el barrio de San Francisco a través del puente de la Merced y la calle Hernani. Allí podemos leer los versos que Mario Vargas Llosa (Arequipa-Perú, 1936) escribe para la escultura “La exorcista” de Manolo Valdés.