Sabina de la Cruz, presidenta de la Fundación Blas de Otero y una de las mayores estudiosas y conocedoras de su obra, repasa la biografía y cuenta algunas anécdotas de su vida en común. Además resume el texto en prosa "Historia (casi) de mi vida", en el que el autor va dando saltos y rinde cuentas de su vida y obra. El actor y director Ramón Barea dramatiza con maestría fragmentos de esta obra, con acompañamiento musical de Naiel Ibarrola y de Irene Bau.
Historia de mi vida
A los cincuenta y tres años de mi vidacomienzo a caminar de otra manera:
el paso tardo y la esperanza fuera,
como un arado uncido a su mancera.
A los cincuenta y tres años de mi vida
el soneto es distinto, las vocales
más anchas, los apóstrofes iguales
y los naufragios más originales.
He vivido volcándome en los días
y ascendiendo las noches destrozadas,
entre cristales rotos y alegrías.
Viviré con los ojos bien abiertos
entre golpes de olas y de azadas.
Como escuchan los hombres. Como miran los muertos.
Blas de Otero (Bilbao, 1916 - Madrid, 1979). Su obra, que parte de la angustia metafísica para desembocar en lo social y testimonial, es una de las más importantes de la lírica de posguerra, y un ejemplo del llamado "exilio interior" que caracterizó a buena parte de la resistencia contra el franquismo ejercida desde la propia España.
Educado con los jesuitas, estudió Derecho en Valladolid y Filosofía y Letras en Madrid. En 1951, a raíz de un viaje a París, ingresó en el Partido Comunista. Vivió largos períodos en Francia y en Cuba.Sus primeros poemarios pusieron de manifiesto sus inquietudes religiosas. En Cántico espiritual (1942), la influencia de los místicos españoles se expresó a través de una fe inquebrantable, pero ya en Ángel fieramente humano (1950) predominó el conflicto metafísico, con exasperados diálogos con Dios en los que se alternan la súplica dolorida y un sombrío nihilismo.
A partir de Redoble de conciencia (1951) el grito de angustia individual se proyectó en lo universal, y reflejó el horror provocado por los conflictos bélicos acaecidos en España y Europa. Posteriormente apareció Ancia (1958), título formado con la primera y la última sílabas, respectivamente, de los dos volúmenes anteriores, donde se incluyeron bastantes poemas inéditos.
Ancia es quizá la mejor parte de su obra: poesía bronca y "desarraigada" (en calificación de su prologuista Dámaso Alonso), de imprecación religiosa y de intensa desolación existencial; expresión asimismo de una poderosa energía verbal, con predominio de formas clásicas (en especial el soneto), agresiva imaginería y juegos conceptistas, coexistencia de niveles léxicos dispares (culto, coloquial), hábil recurso a la armonía imitativa, empleo del collage. Esta lengua poética singularizará siempre su poesía, a pesar de los cambios.
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