Masai Mara
La Reserva Nacional de Masai Mara (320 km2) es una de las
señas de identidad keniata. Sus
suaves colinas, tapizadas por praderas, las aguas chocolateadas del río Mara en
las que retozan los hipopótamos, así como la rica diversidad de vida salvaje, albergan
una rica densidad de fauna salvaje en total libertad que comparten territorio
con los rebaños de cabras y vacas de los pastores masai.
Es fácil ver
manadas de felinos, como los leones, acechando a sus piezas, y también abundan
los guepardos, leopardos, elefantes, gacelas, jirafas, impalas, ñus,
búfalos, monos y aves que evocan películas como "Memorias de África"
o "Mogambo".
Entre los
antílopes destacan la gacela Thomson. El río Mara, que acoge colonias de
cocodrilos e hipopótamos, atraviesa la reserva de norte a sur.
El río
Mara, la columna vertebral de la reserva, lo atraviesa de norte a sur para
continuar su camino hacia el oeste hasta el lago Victoria, a través del parque
tanzano. Este cauce es la barrera natural que deben atravesar cada año los grandes
rebaños migratorios de ñus, cebras y antílopes que se desplazan entre ambos parques.
Más de un millón de ñus y 200.000 cebras se desplazan en busca de los mejores
pastos, encontrando en su camino el río atestado de cocodrilos.
Cuando
los rebaños vadean la corriente del río Mara, desde Serengueti en Tanzania, entre
los meses de junio y septiembre, muchos animales mueren aplastados o ahogados y
dejan sus huesos en las orillas del Mara.
Por otro
lado, durante la estancia en Masai Mara es posible dar un paseo a pie,
acompañado por hombres masais, por algún bosque de la reserva y visitar su
poblado para conocer la forma de vida, junto con sus rebaños, y algunas de las
tradiciones que mantienen.
La
reserva, inaugurada en 1961, se encuentra a 270 km de Nairobi y se localiza al
oeste del Rift Valley (Gran Falla del Rift, la herida abierta por un cataclismo
desatado hace 35 millones de años) y es la continuación natural de las llanuras
del Serengueti, en Tanzania.
El Valle del Rift
Desde el Mar Muerto hasta Mozambique se extiende esta falla
que divide al país en dos, desde el lago Turkana al norte hasta el lago
Maggadi, junto a la frontera con Tanzania. Su zona central son los Highlanads,
que alcanzan los 1.829 metros de altura. Forma algunos de los más bellos lagos
del planeta, como el Nakuru o Naivasha y la mayoría de los volcanes que se
formaron en el interior y en sus cercanías están extinguidos desde hace
millones de años han dejado cráteres calderas, islas medio sumergidas e
infinidad de montañas que determinan su paisaje.
Sus habitantes son los masai y los miles de flamencos que
encuentran un paraíso en la mayoría de los lagos, que son de aguas alcalinas.
Cuenta la
tradición masai que al principio de todo, Ngai, esposo de la luna y creador de
todas las cosas, cuya residencia es el sagrado Kilimanjaro, hizo a los masais.
Después dio vida al ganado vacuno para que les sirviera de alimento. Así
comenzó su mundo y por esto aman sobre todas las cosas a sus rebaños.
Llegaron desde
el Nilo durante los siglos XVII y XVIII y terminaron convirtiéndose en una
élite militar que dominaba todos las pastizales del valle del Rift. Hoy cerca
de medio millón de masais viven repartidos entre Kenia y Tanzania. No son un
grupo homogéneo, sino que se dividen en doce clanes, cada uno con sus propias
ceremonias y dialectos, siendo los más numerosos los purkos de Kenia y los kisongos
de Tanzania.
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