lunes, 11 de enero de 2010

Marrakech (4)


Marrakech es una de las cuatro ciudades imperiales de Marruecos y la que ha dado nombre al país. Un lugar auténtico, en perfecto estado de conservación.
Además de la famosa plaza de Jemaa El Fna y la Kouotoubia, la ciudad tiene otras joyas arquitectónicas como las tumbas saadíes, el palacio Bahia y el museo Dar si Said.
El sultán saudí del s. XVI, Ahmed al-Mansour no reparó en gastos en su tumba. Trajo mármol de Carrara desde Italia y recubrió en oro las galerías. El sultán marcó diferencias incluso muerto, manteniendo a su lado a los príncipes en la Sala de los Tres Nichos y relegando al jardín a sus ministros, esposas y parientes, todos ellos eclipsados por el espléndido mausoleo de su madre. Décadas más tarde se tapiaron las entradas a las tumbas y permanecieron ocultas hasta que una fotografía aérea las dejó al descubierto.
El Palacio de la Bahia (palacio de la hermosa) tiene abierta sólo una pequeña parte para su visita, pero puede verse el harén, que albergó a las cuatros esposas y a 24 concubinas, así como la Corte de Honor donde los súbditos esperaban clemencia del sultán. El sultán recibía aquí a amigos europeos y torturaba enemigos marroquíes hasta que los franceses le echaron y establecieron aquí la resident-generoux del protectorado en 1911.
Después de esta vista merece la pena acercarse al barrio judío y al zoco de la especias. Allí se puede encontrar azafrán de buena calidad o agua de rosas. En las estrechas calles del ´Mellah´ algunas puertas y paredes están decoradas con estrellas de seis puntas y tienen una sinagoga.
Si seguimos entre calles para dirigirnos a la plaza Jemaa El Fna pasaremos por el Cinema Edén, donde la gente disfruta con los musicales de Bollywood. Juan Goytisolo posee una casa cercana al cine.
El museo de Dar Si Said muestra la belleza de los antiguos palacios y los riads locales creados por los maestros artesanos. Se pueden apreciar los trabajos en puertas, el patio del harén, los utensilios de cocina o los puñales con incrustaciones.
Para cerrar el día una cena en Dar Es-Salam es una buena opción. Este restaurante puede verse en la película El hombre que sabía demasiado, de Hitchcock.

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