martes, 12 de enero de 2010

Marrakech (5)


La ciudad roja del sur, debido al color de sus edificios, cuenta con construcciones en honor a Dios, como las mezquitas y los zaouias (santuarios). Pero entre ellas destaca la madraza (escuela coránica) de Alí Ibn Yusuf. Fundada en el s. XVI, fue en su momento la mayor del norte de África. Sigue conservando su cerámica andalusí, las cúpulas de madera cedro y sus espléndidos mosaicos. Ahora los estudiantes del Corán han ido a las madrazas de Fez, pero aquí en sus mejores días llegaron a estar 900 chicos que vivían en sus pequeñísimas 130 habitaciones y compartiendo un solo baño.
Junto a la madraza su ubica el Museo de Marrakech que acoge exposiciones de artistas actuales. El palacio ha sido remodelado pero conserva un bonito patio interior y su hamman (baño) original. Después de la independencia sirvió como colegio para niñas.
Como siempre sucede a través de la historia una cultura se impone sobre la otra y la hace desaparecer. En el caso de Marrakech, los almohades intentaron borrar todo rastro de los almorávides, pero se olvidaron de un santuario del S. XII, la ´Koub´ Ba ‘Adiyn, de arquitectura hispano-morisca, con arcos de herradura, que ahora podemos disfrutar.
Para terminar el día no hay nada mejor que tomar un té en una de las terrazas que rodean a la plaza Jemaa El Fna y cenar en algunos de sus chiringuitos. Pero cuidado con acercarse a los encantadores de serpientes, porque te ponen una cobra al cuello a la mínima.

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