sábado, 6 de junio de 2020

Isabel

No sé qué ponerme para hablar con el señor Zuloaga. ¿La bata de trabajo o ropa de calle? No me gusta lo desconocido. ¿Por qué me ha llamado? ¡Ala! Sin ton ni son. No viene a cuento que quiera hablar conmigo. No puedo más con esta incertidumbre. Y todavía son las tres de la tarde. No me concentro en nada. Ni he dormido esta mañana al llegar. Al mediodía he ido al Súper y se me han olvidado la mitad de las cosas que tenía que comprar. Mi padre me había pedido recambios para la maquinilla de afeitar y le he traído el bote de espuma. ¡Qué agobio! Me voy a tranquilizar. Esto no va bien. Así, en este estado, no me puedo presentar ante el señor Zuloaga. Me tomo una tila y podré descansar.

Ha llegado el momento. Ya estoy en la fábrica. He venido un poco antes, por si acaso. Me cambio y voy a su despacho. Eso sí, la bata bien planchada, las playeras limpias y nada de maquillaje en la mejillas.

-Buenas tardes, señor Zuloaga.
-Hola, Isabel. Pero llámeme don Pedro. Mire. Le quería hacer una proposición. Ya sabe que sé cómo trabaja usted. Siempre la observo desde la ventana de mi despacho. Además, a través de las cámaras de seguridad, veo que no pierde el tiempo. ¿Quiere trabajar en mi casa y cuidar de mi madre? Así podemos estar más tiempo juntos.

Me quedé en blanco. Salí de allí a toda pastilla y no paré hasta llegar a mi casa.

No hay comentarios:

Nueva Zelanda. Isla Sur (11)

Antes de ir al aeropuerto de Christchurch, donde finalizamos este fantástico viaje por Nueva Zelanda, nos dirigimos a Akaroa. El puerto de A...