Regresamos al centro para visitar la catedral católica de St Joseph, la anglicana de St Paul y la estatua del poeta escocés Robbie Burns. Desde aquí bajamos a la preciosa estación de trenes de Dunedin, de 1906, uno de los hitos arquitectónicos de la ciudad.
Continuamos en dirección al lago Tekapo, pero el road trip nos permite cambiar locaciones unas por otras y paramos en lugares interesantes de la costa en dirección a Oamaru como Shag Point donde vimos un pingüino ojigualdo, especie endémica de Nueva Zelanda.
Pero el punto más llamativo del trayecto son los “Moeraki boulders”, enormes piedras esféricas en la playa de Koekohe, entre Moeraki y Hampden. Los científicos explican que son concreciones de calcita formadas entre hace 65 y 13 millones de años y algunas de ellas de 2 metros de diámetro y varias toneladas de peso. Según las leyendas maoríes afirman que son los restos de cestas y calabazas usadas para pescar anguilas que llegaron a la orilla tras el naufragio del Arai-te-uru, una gran canoa, y hasta hay teorías muy de “Tercer Milenio” que podrían ser huevos de extraterrestres a punto de eclosionar. En cualquier caso, es una parada muy recomendable y de lo más más fotogénica. El mejor momento es con marea baja.Al llegar a Oamaru, la mayor población del norte de Otago, nos acercamos hasta el Oamaru Blue Penguin Colony que acoge a la colonia pingüinos azules, pero a la hora que llegamos sólo vimos lobos marinos.
A continuación, pasamos por la zona agrícola de las preciosas llanuras de Canterbury, que aparecen en los libros de Sara Lark, con la cordillera del monte Cook nevada al fondo. Paramos a comer en Kurow en el restaurante Tip Top River y tomamos un rico cafe latte en el Waitaki Braids.
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